Y de nuevos me hablas de tus males
De tu penuria sufrida en la vida,
de tus sinsabores en tu diario trasegar.
Acaso no sabes la verdad revelada:
sólo por haber nacido
eres glorioso; inmensamente grande,
porque Dios se parece a ti
eres lo más sublime y perfecto de la creación
Grandes somos pero la ignominia nos vilipendia.
La sociedad nos clasifica
El dinero y la nobleza nos separan.
Aunque de madres abnegadas hayamos nacido
por la cuna donde crecimos nos etiquetan.
Que nunca te contraiga tu pobreza
porque pobres fueron los que viven en el cielo
bienaventurados los pobres dijo el nazareno;
por un orificio de aguja jamás pasará un camello.
El dinero y el poder no siempre hace feliz,
y tu tesoro en la tierra es tu honradez
no adquirible con todas las fortunas terrenales
ni con lujos, ni comodidades, ni placeres.
Ese es tu valor más grande:
caminar libre como el viento,
con tus brazos abiertos y de frente a la vida,
gritándole al mundo con orgullo impetuoso,
que todos los que se han burlado de ti;
todos los que te han humillado
todos los que te han sido injustos
jamás podrán señalarte la deshonra.
Por sólo eso has vencido amigo mío
y jamás te rindas a la desgracia.
Sufrir nos hace fuertes y a veces sabios.
Trabaja duro y con esmero,
sin dejar de servir a los demás.
Se feliz que lo mereces,
con la búsqueda eterna de la prosperidad,
porque tienes derecho a ser feliz
a contemplar sereno el sol y las estrellas,
a amar y ser amado sin miedo al desengaño
a ver en el tiempo uno a uno tu generación
aunque la torpeza de tu ancianidad te sorprenda,
con la madurez ceñida en tus canas
En el epitafio de tu fría tumba
y en la mente de los que aun viven
deja algo a este mundo:
un poema, una canción, un proyecto, un invento,
deja una dedicación o con pasión una labor.
Deja ternura, deja amor,
deja cura para el dolor,
pero que nadie ignore tu vivir,
que el mundo sepa que viviste.
Deja algo tuyo al mundo
porque es triste ser como el cerezo aquel
que de una semilla diminuta descendió
cual generoso por dulces frutos que deleitamos,
pero en leña quedó y en fuego acabó;
se fue para siempre perdido en el tiempo
sin provocar un recuerdo, un suspiro, una ilusión
Somos, mucho más que un arbolillo acogedor
somos razón, somos alegría, somos pasión
como profundo es el tiempo
profundo nuestros recuerdos
limpia tus lágrimas y no llores más
grita al mundo tu alegría
levántate y anda, se feliz
Arturo Muskus Villalba