Primera Parte
Me gusta tu protesta
de la vida, así le dije a una amiga que desesperada escribió notas quejumbrosas
en la WEB. Creo que es natural que la gente escriba o diga lo que siente en el
éxtasis del dolor o la dicha, y eso es lo más importante, porque pueden
perdurar a través de su generación y el tiempo; no es un simple decir de gente
loca, es de verdad; y más, me gusta como lo escribió: parece que me lo hubiera
dicho en los tertuliaderos de Medellín cerca al parque Berríos y estándonos libando
muchas cervezas Pilsen vestidas de novia (con el cuello escarchado de hielo).
Eso es así amigos, yo protesto todo el día, y ayer conté nueve hijueputasos dichos con lo más cáustico de mi
alma rebelde. Bueno, eso es vivir, tiene que ser así, no es motivo para
deprimirme. Me calmo cuando vuelvo a las letras: escribo todo el día; lo hago
como si supiera que me ganaría millones, pero en este puto país las cosas tan
bellas no valen tanto; vale mas ser propietario de un puto banco chupasangre o
propietarios de cualquier emporio industrial, sin saber que la poesía y el amor sí existen. Me
refiero a aquellos terrícolas que se les reconoce manifiestamente su triunfo en
la vida, que estudian y trabajan aun en la demencia senil de día y de noche
para disfrutar la mies más deliciosa de la vida a su manera. Son zombis porque viven saboreando el placer
y sólo por eso aman la vida; vida superficial llena de gozos circulantes
reciclados, porque todo lo han experimentado. Son vidas de ruletas (vueltas y
vueltas): como acostarse con una modelo famosa sorprendida en pleno trance
descarriado o con una putica bella y
refinada, en una suite costosa en Bocagrande.
Pero al día siguiente el vicio del placer los pone a pensar obsesivamente
cuál será su otra acción; ah claro, meter Chivas Reagals y hasta cocaína con
Pedro Pérez en una discoteca de la Pepe
Sierra en Bogotá. Esa es una felicidad fútil y muy triste que los deja con las
manos vacías al final, en una resaca con intención suicida. Pero eso sí, mantienen
en esa actitud de alzarle pecho a
cualquiera que ven de frente porque tienen poder. Son capitalistas hasta los
tuétanos y recalcitrante con el que opina un ápice de antagonismo; por eso
cuando disponen o simplemente rivalizan lucen convencidos que su verdad es la
única posible, por ese vasto recorrido intelectual académico y empresarial depositado
en su haber. Y lo que sale del espíritu? lo que te hace humano y a veces tierno
y romántico? Dónde hijueputa lo dejan?
no lo tienen. Por eso prefiero mi vida: un soñador empedernido que quiere tocar
la fama en las letras aunque solo deje al mundo esas letras vencidas por el
tiempo y una cama vieja, con un colchón hediondo donde me atrape la agonía de la
muerte. Prefiero sentirme feliz hablando con el vendedor callejero, contándole
anécdotas como si fuéramos amigos desde la infancia. Sólo amo que me lean y me escuchen como tú lo haces
ahora. Sé que escribo no solo para que no me digan “qué bruto” y no tengo que
mostrar una humildad franciscana que no llevo por dentro; escribo vivencias de
gente que está viva porque su corazón late de verdad y mis vivencias embriagadas de bohemia y sazón
Caribe, como cuando las palmeras se estremecen alegres con la brisa del mar. Eso
me basta. Le dije a mi amiga que de una forma u otra tenemos casi la misma
situación, el mismo dilema, sólo que yo sigo feliz. Por sólo eso me gustó su
escrito.