Las novelas de Arturo Muskus Villalba muestran la expresión cruda de hechos reales, narrados con lo picante de las más bajas pasiones; lo más triste de la absurda ignominia en la miseria total, hasta el tableteo estridente de ametralladoras en cincuenta años de guerra imparable en Colombia.
domingo, 24 de mayo de 2020
AQUEL MANGUITO CAÍDO
quien gritaba al
mundo la existencia de Dios,
con su follaje verde y espigas doradas al sol
fue testigo mudo y
milenario en una zona vecinal,
de particulares hechos
de mi bella familia
que evoco desde mi ser
romántico y bohemio,
con sentimiento de
melancolía y nostalgia
porque el destino
sórdido e ineludible,
le rompió 50 años de
dulces y jugosos frutos
además de un sombrío
fresco y seguro.
Frutos que a diario alegraban
nuestra mesa
al deleitar el
manjar de su exquisito y nutritivo sumo.
Pues la piqueta
demoledora del progreso,
en cada golpe de la
fría hacha
y en cada gota de
sudor de su verdugo leñador,
acabó con ese fresco
sombrío y su verdor
que era atrayente de
sonrisas gratas y amables
al encanto de ambiente sano y acogedor.
Ese progreso que el
mundo material,
que no es otra cosa
que la soberbia humana
destruye paulatinamente la obra de Dios,
y que cada día que
pasa ofende aquella cuna
donde crece el
milagro de la vida,
algún día vengará su
caída ese agraciado árbol
y no habrá milagro capaz de remediarlo.
Ese arbolito
hermoso diciente del mundo de hoy,
exaltador bondadosos
de espiritualidades,
se llevó para
siempre las miradas de humildad
y pensamientos de
alegría y esperanza,
nos exponía su dulce
cosecha y fresca sombra
nos sentábamos en
nuestro jardín
para establecer
relación de familia buena.
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