Recuerdo sublime sellado con tinta
indeleble en mi alma
de mi profesora de geografía… ella
tierna y alegre.
de la que con solo 10 años, entre
ríos, montañas y costas
me enamoré cándidamente
en amor de niño, amor de inocente.
en el salón de clases, aquel florido
de fresco ambiente
con el eterno roble florecido sombreando
las ventanas
y el sol mañanero que calentaba la
pequeña aula
Ella, joven, pequeña y dulce
mi profesora de siempre, la que a
veces me reñía
yo la miraba fascinado atraído por su belleza
belleza que su libido aún no me
despertaba
y las lecciones no aprendía, por siempre
contemplarla
con ojos grandes seguía sus
movimientos al frente del pizarrón.
Imaginaciones locas que como el
viento recorrían mi mente
Ella sabía de mis sentimientos
sublimes para ella,
de inocencia pura
lo notaba en mi mirada y en mi
expresión sincera
qué hace un niño sufriendo por el
amor de su maestra
Incoherente, discordante y confuso.
observaba su boca de fresa madura y su
dentadura blanca perfecta
ella reía, pues sabía de mi dilema.
Acaso es pecado enamorarse así
de alguien que te enseña, que le debes
respeto y admiración.
O es que soñar con el amor es sólo de
mayores.
Un día, ya preso de esta
circunstancia, a un compañero dije:
cuando crezca me casaré con mi profesora
Mary.
Estás loco me dijo y corrió enseguida
no pasó un instante, fue y se lo
dijo.
Qué vergüenza, Dios mío, ya ella lo
sabe
luego en clases me miraba, y
lentamente fue hacia mí.
pensé lo peor, Dios mío que he hecho
se rió tiernamente y más cerca que
nunca
me pasó su mano blanca por mis
mejillas
me dijo: cuando Arturo sea grande me
casaré con él.
Todos rieron y luego vino un alivio
inmenso para mí.
No hay duda, dejé de pensarla,
todo pasó, tal vez esperanzado en
esas palabras
palabras que el tiempo disolvió y
plasmaron recuerdos
recuerdos decorados de fantasías
inolvidables
con el viento de los años creando incidencias
y que hoy he recordado con
agradecimiento de la vida.
Quien sabe que será de mi señorita Mary,
esa maestra de sueños de infancia, de
papel
50 años es poco, si existen
evocaciones bellas
y en mi nostalgia la veo aún, es
parte de ese recuerdo:
delgada, pequeña, alegre, con su libro en su pecho
debajo del Cristo crucificado que
desde arriba nos miraba.
Tal vez está viva, tal vez está
muerta. No sé
Solo sé que compartimos algo bello
terrenal
que para mí es la seguridad que he
vivido
No hay duda… he vivido, esos recuerdo
me lo dicen
la ternura en la vida viene de Dios
Cuando fuimos ingenuos de
sentimientos
que al crecer se desvanece siendo prácticos
y recelosos.
Mary donde estés, en el cielo o la
tierra
gracias por compartir algo bello en
este mundo
gracias por haber sido mi profesora
de geografía
Arturo Muskus Villalba