sábado, 5 de julio de 2014

Señorita, puede marcharse, pero… nunca encontrará quien la ame más que yo.






Marcharse?  hágalo, usted sabe cómo hacerlo.

Por esa puerta donde  usted entró tomada de mi mano.

Con la fascinación  de haber hallado una  nueva vida

tocando  ese hogar sensible a su paz buscada

despertando en mí, la libido de sus años nuevos,

con su figura joven de hembra  seductora y deseada,

con  su cálculo de dama díscola y ambisiosa.

Qué más pude darle, sino un mundo íntimo y seguro

de aceptación a su pasado y mitigación a su dolor

sólo logrado con  mi razón y templanza de mis años viejos.



Márchese, que no podría llorar en su recuerdo,

Porque  no habría en mí, melancolía alguna

para recordarla dormida y desnuda en mi lecho.

Y sólo querría de usted, que se lleve un recuerdo eterno

de ese que en su triste vida soñó con su amor fugaz,

que como vuelo de mariposas en abril:

se fue para siempre, con el gozo de lo nuestro vivido

y con la senda correcta, señalada con mi aventurero espíritu.

Y no la extrañaré, aunque sé que usted me ama.

No sé de qué forma, pero me ama, usted lo sabe.

Sé que para usted no solo fui un placer más en cama ajena.   



Váyase para siempre  con su belleza y destreza

tal vez con su pérfida estrategia usada

sólo para lograr ser una dama amada y deseada.

de nimiedades que ansió y que pude darle.

Porque es verdad que soñé con su amor y su loca pasión,

pero reconozco que de algo he de estar seguro:

Que una sola gota de lágrima

y ni una sola gota de vino

Han de merecer  este amor.



Debe saber, señora amada y deseada

que… si ahora traspasa esa puerta,

que es también la puerta de mi aliento a la vida,

usted no entrará más.

Señorita: no le temo a extrañar su amor.

Es que... No le temo a llorar por un fracaso más.

De convivir, una vez más, con el fantasma frio de mi soledad,

con el recuerdo de retiros con la incomprensión y lo pugnaz



No le temo al recuerdo de su cálido cuerpo en las madrugadas

despertados por el trino primerizo de las mirlas en la ventana.

No le temo al recuerdo de su turbulento  cuerpo desnudo

mojado en las aguas cristalinas del mar Caribe.

No le temo  a su cabello respirado por mí

cuando dormida y cansada  se recostaba a mi pecho.

No le temo al espejo de su tocador, que la vio desnuda y calló,

ni al  recuerdo de sus manos bellas que acariciaron mis mejillas

adornados por  el oro y brillantes de mi locura por usted,

ni a su perfume francés que al sentirlo la busco deseoso.




Váyase si quiere, señora deseada  y …

no venga más, porque no estaré para recibir su arrepentir

pues, mi locura y mi debilidad es la causa  de este dolor

no merezco que usted vuelva a decirme que empecemos otra vez.

Por eso señorita…

váyase de una vez, y no hagamos eterno este padecer.



Recuerde: Y quién fue ese quien calmó su inmadurez y furor

Y quién le complació su locura y su vanidad, sólo para ver su sonrisa

Su sonrisa perfecta de labios de rubí y fresas maduras.

Y quien le secó sus lágrimas con labios ansiosos?

para calmar el dolor de sus recuerdos de infancia

Y quien le ofreció el   mejor instante  de su vida?

para hoy quedar con estas manos vacías.



Señorita, puede marcharse, pero… nunca encontrará quien la ame más que yo.






















domingo, 23 de febrero de 2014

MARY.... AQUELLA PROFESORA DE GEOGRAFIA.







Recuerdo sublime sellado con tinta indeleble en mi alma
de mi profesora de geografía… ella tierna y alegre.
de la que con solo 10 años, entre ríos, montañas y costas
me enamoré cándidamente
en amor de niño, amor de inocente.
en el salón de clases, aquel florido de fresco ambiente
con el eterno roble florecido sombreando las ventanas
y el sol mañanero que calentaba la pequeña aula

Ella, joven, pequeña y dulce
mi profesora de siempre, la que a veces me reñía
yo la miraba fascinado  atraído por su belleza
belleza que su libido aún no me despertaba
y las lecciones no aprendía, por siempre contemplarla
con ojos grandes seguía sus movimientos al frente del pizarrón.
Imaginaciones locas que como el viento recorrían mi mente


Ella sabía de mis sentimientos sublimes para ella,
de inocencia pura
lo notaba en mi mirada y en mi expresión sincera
qué hace un niño sufriendo por el amor de su maestra
Incoherente,  discordante y confuso.
observaba su boca de fresa madura y su dentadura blanca perfecta
ella reía, pues sabía de mi dilema.


Acaso es pecado enamorarse así
de alguien que te enseña, que le debes respeto y admiración.
O es que soñar con el amor es sólo de mayores.
 Un día, ya preso de esta circunstancia, a un compañero dije:
cuando crezca me casaré con mi profesora Mary.
Estás loco me dijo y corrió enseguida
no pasó un instante, fue y se lo dijo.


Qué vergüenza, Dios mío, ya ella lo sabe
luego en clases me miraba, y lentamente fue hacia mí.
pensé lo peor, Dios mío que he hecho
se rió tiernamente y más cerca que nunca
me pasó su mano blanca por mis mejillas
me dijo: cuando Arturo sea grande me casaré con él. 


Todos rieron y luego vino un alivio inmenso para mí.
No hay duda, dejé de pensarla,
todo pasó, tal vez esperanzado en esas palabras
palabras que el tiempo disolvió y plasmaron recuerdos
recuerdos decorados de fantasías inolvidables
con el viento de los años creando incidencias
y que hoy he recordado con agradecimiento de la vida.


Quien sabe que será de mi señorita  Mary,
esa maestra de sueños de infancia, de papel
50 años es poco, si existen evocaciones bellas
y en mi nostalgia la veo aún, es parte de ese recuerdo:
delgada, pequeña, alegre,  con su libro en su pecho
debajo del Cristo crucificado que desde arriba nos miraba.
Tal vez está viva, tal vez está muerta. No sé
Solo sé que compartimos algo bello terrenal
que para mí es la seguridad que he vivido


No hay duda… he vivido, esos recuerdo me lo dicen
la ternura en la vida viene de Dios
Cuando fuimos ingenuos de sentimientos
que al crecer se desvanece siendo prácticos y recelosos.
Mary donde estés, en el cielo o la tierra
gracias por compartir algo bello en este mundo
gracias por haber sido mi profesora de geografía  

Arturo Muskus Villalba