A MI BARANQUILLA QUERIDA
Vaya Baranquilla, como te quiero, eres mi
patria chica,
mi Barranquilla del alma.
Donde crecí, donde tuve mis primeros amigos de
verdad,
donde conocí a la mujer que amo.
La
tierra de Jairo Paba, la de Esthercita Forero:
con su
tacita de café sentada en su mecedor debajo de matarratones y ciruelos,
siempre con su sonrisa amable.
Esa bella ciudad que adoptó y amó al Joe
Arroyo,
al Pibe
Valderrama, al negro Perea, a Nelson Henriquez.
Esa es mi patria chica: la de la Troja, la
cien, punto salsa.
La de
mis recuerdos de mi niñez en el barrio La Concepción.
Vaya Barranquilla de mi alma.
Yo me quedo acá y aquí moriré,
porque
en tus finas arenas quiero hacerme polvo,
para que
la brisa fresca de río esparza mis cenizas por tus alegres barrios
en tardes de bohemia, salsa y palmeras.
Cuando muera, que sea espíritu, recorreré sin
tiempo ni distancia,
esas callecitas que me vieron crecer y morir;
mi escuelita en el barrio Modelo,
muy cerca a la tabacalera,
porque ese olor a tabaco se entraba por las
ventanas de mi curso,
ese de barrotes de madera en ese viejo Colegio
del Prado;
y el pregón de la negra Belen con sus bollos de
mazorca de limpio.
Veré los pitirris que cantaban desde la
enramada al atardecer.
Los
palitos de matarraton australiano que nos regaló en los 60s
la sociedad de Mejores Públicas Municipales
y que alegraron las primaveras de mi barrio
Con el ruido ensordecedor de las chicharras
Que presagiaban la lluvia fresca que
reverdecería
esta acuarela tropical de alegría y jarana
La curramba del bus de Coochofal con sus
alegres pasajeros
que habían dejado el fruto de su esfuerzo
diario en su honesto trabajo
y que al vaivén de las calles arenosas oían ese
programa:
"Viernes para recordar".
Ya ves por qué te amo, mi arenosa querida.
Me siento feliz de verte así de bella,
en este abril llena de flores de Cayenas
encendidas y de lluvias de oros.
Ahora con tu malecón, porque ya no eres ingrata
con ese rió Magdalena
que te
dio todo lo que eres y que ahora pasa agradecido, lento y majestuoso
por tu
faz mirando a los lejos tus formas de ciudad moderna y pujante
tostarse
al sol que deja ver la sierra nevada.
Esa eres tú mi ciudad, eres tú Barranquilla del
alma.
Esta humilde prosa para ti mi curramba
inmortal.
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