martes, 11 de junio de 2019

Poesía tropical de Arturo Muskus Villalba




A MI BARANQUILLA QUERIDA




Vaya Baranquilla, como te quiero, eres mi patria chica,
mi Barranquilla del alma.
Donde crecí, donde tuve mis primeros amigos de verdad,
donde conocí a la mujer que amo.

 La tierra de Jairo Paba, la de Esthercita Forero:
 con su tacita de café sentada en su mecedor debajo de matarratones y ciruelos,
siempre con su sonrisa amable.
Esa bella ciudad que adoptó y amó al Joe Arroyo,
 al Pibe Valderrama, al negro Perea, a Nelson Henriquez.
Esa es mi patria chica: la de la Troja, la cien, punto salsa.
 La de mis recuerdos de mi niñez en el barrio La Concepción.

Vaya Barranquilla de mi alma.
Yo me quedo acá y aquí moriré,
 porque en tus finas arenas quiero hacerme polvo,
 para que la brisa fresca de río esparza mis cenizas por tus alegres barrios
en tardes de bohemia, salsa y palmeras.

Cuando muera, que sea espíritu, recorreré sin tiempo ni distancia,
esas callecitas que me vieron crecer y morir;
mi escuelita en el barrio Modelo,
muy cerca a la tabacalera,
porque ese olor a tabaco se entraba por las ventanas de mi curso,
ese de barrotes de madera en ese viejo Colegio del Prado;
y el pregón de la negra Belen con sus bollos de mazorca de limpio.
Veré los pitirris que cantaban desde la enramada al atardecer.
 Los palitos de matarraton australiano que nos regaló en los 60s
la sociedad de Mejores Públicas Municipales
y que alegraron las primaveras de mi barrio
Con el ruido ensordecedor de las chicharras
Que presagiaban la lluvia fresca que reverdecería
esta acuarela tropical de alegría y jarana

La curramba del bus de Coochofal con sus alegres pasajeros
que habían dejado el fruto de su esfuerzo diario en su honesto trabajo
y que al vaivén de las calles arenosas oían ese programa:
"Viernes para recordar".

Ya ves por qué te amo, mi arenosa querida.
Me siento feliz de verte así de bella,
en este abril llena de flores de Cayenas encendidas y de lluvias de oros.
Ahora con tu malecón, porque ya no eres ingrata con ese rió Magdalena
 que te dio todo lo que eres y que ahora pasa agradecido,  lento y majestuoso
 por tu faz mirando a los lejos tus formas de ciudad moderna y pujante
 tostarse al sol que deja ver la sierra nevada.
Esa eres tú mi ciudad, eres tú Barranquilla del alma.
Esta humilde prosa para ti mi curramba inmortal.

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