domingo, 11 de agosto de 2013

Sintiendo la Vida. Mi prosa



 Primera Parte
Me gusta tu protesta de la vida, así le dije a una amiga que desesperada escribió notas quejumbrosas en la WEB. Creo que es natural que la gente escriba o diga lo que siente en el éxtasis del dolor o la dicha, y eso es lo más importante, porque pueden perdurar a través de su generación y el tiempo; no es un simple decir de gente loca, es de verdad; y más, me gusta como lo escribió: parece que me lo hubiera dicho en los tertuliaderos de Medellín cerca al parque Berríos y estándonos libando muchas cervezas Pilsen vestidas de novia (con el cuello escarchado de hielo). Eso es así amigos, yo protesto todo el día, y ayer conté nueve  hijueputasos dichos con lo más cáustico de mi alma rebelde. Bueno, eso es vivir, tiene que ser así, no es motivo para deprimirme. Me calmo cuando vuelvo a las letras: escribo todo el día; lo hago como si supiera que me ganaría millones, pero en este puto país las cosas tan bellas no valen tanto; vale mas ser propietario de un puto banco chupasangre o propietarios de cualquier emporio industrial,  sin saber que la poesía y el amor sí existen. Me refiero a aquellos terrícolas que se les reconoce manifiestamente su triunfo en la vida, que estudian y trabajan aun en la demencia senil de día y de noche para disfrutar la mies más deliciosa de la vida a su manera.  Son zombis porque viven saboreando el placer y sólo por eso aman la vida; vida superficial llena de gozos circulantes reciclados, porque todo lo han experimentado. Son vidas de ruletas (vueltas y vueltas): como acostarse con una modelo famosa sorprendida en pleno trance descarriado  o con una putica bella y refinada, en una suite costosa en Bocagrande.  Pero al día siguiente el vicio del placer los pone a pensar obsesivamente cuál será su otra acción; ah claro, meter Chivas Reagals y hasta cocaína con Pedro Pérez  en una discoteca de la Pepe Sierra en Bogotá. Esa es una felicidad fútil y muy triste que los deja con las manos vacías al final, en una resaca con intención suicida. Pero eso sí, mantienen en esa actitud  de alzarle pecho a cualquiera que ven de frente porque tienen poder. Son capitalistas hasta los tuétanos y recalcitrante con el que opina un ápice de antagonismo; por eso cuando disponen o simplemente rivalizan lucen convencidos que su verdad es la única posible, por ese vasto recorrido intelectual académico y empresarial depositado en su haber. Y lo que sale del espíritu? lo que te hace humano y a veces tierno y romántico?  Dónde hijueputa lo dejan? no lo tienen. Por eso prefiero mi vida: un soñador empedernido que quiere tocar la fama en las letras aunque solo deje al mundo esas letras vencidas por el tiempo y una cama vieja, con un colchón hediondo donde me atrape la agonía de la muerte. Prefiero sentirme feliz hablando con el vendedor callejero, contándole anécdotas como si fuéramos amigos desde la infancia. Sólo  amo que me lean y me escuchen como tú lo haces ahora. Sé que escribo no solo para que no me digan “qué bruto” y no tengo que mostrar una humildad franciscana que no llevo por dentro; escribo vivencias de gente que está viva porque su corazón late de verdad y  mis vivencias embriagadas de bohemia y sazón Caribe, como cuando las palmeras se estremecen alegres con la brisa del mar. Eso me basta. Le dije a mi amiga que de una forma u otra tenemos casi la misma situación, el mismo dilema, sólo que yo sigo feliz. Por sólo eso me gustó su escrito.


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