sábado, 21 de mayo de 2022

LA NINFA DEL VIEJO MUELLE (CUENTA LA LEYENDA)





Cuenta la leyenda que en noches oscuras de Puerto Colombia 

Aparecía una ninfa de tez morena en el viejo  muelle,

aquella que con su sensualidad de hembra deseada 

embelesaba a marineros y viajeros sobre las blancas olas.

Enamoraba tambien a despechados por amores furtivos imposibles 

que una vez de salir ebrios de las cantinas del pueblo, 

entre los candiles de faroles y mechones en calles oscuras y solitarias,

llegaban al viejo muelle, testigo mudo de promesas incumplidas 

que generaban locura total por mal de amor en esperas eternas.


Con ojos esperanzadores y en cada tarde al apagarse el sol en el mar,

oteaban desconocidas gentes  en busca de su amada perdida   

o mujeres ilusas víctimas de amores de marineros 

en la espera loca de saciar la sed del desengaño y la locura,

entre estibadores, amarres, grúas y ruidos de máquinas al sol ardiente 

y en cada vapor que atracaba a ese puerto de mil amores.  



Sí...  Derramaban sus lágrimas de hombre enamorado  al inmenso oceano,

en la punta del majestuoso muelle, al sumbido de la pícara brisa:

Marineros y viajeros, ilusos por amores calamitosos e imposibles

en medio del inmenso estropicio del reventarse violentamente las olas, 

veian la imagen de esa musa del mar entre algas y pilotes. 


dicen que ella es Ana Torrijos, la que murió de amor esperando una promesa,

la que un día se lanzó al mar llena de decepción y tristeza,

por un vaporino frances de excelsa figura y gestos  de galán,

ese que rompió su inocencia, su linaje de bien y sus sueños de mujer. 


Es ella... dice el pueblo. La han visto desnuda en  las verdes rocas, 

salpicada por las olas,con rostro brillante y cuerpo deslumbrante.

lleva un velo negro en su cabello, dejando ver su mirada tentadora,

ese velo  representa su rechazo a la vida y su odio al viviente.  


En noches sin luna ahí está el muelle y está ella acechando a sus víctimas,

con los pilotes saturados de verdín en esa mole de concreto.

Hombres atrapados por su belleza y sus súplicas de amor,

que en redes de algas trenzadas eran conducidos silenciosos

 al fondo del mar donde ella se saciaba de amor y sexo,

luego los liberaba y el cadaver salía a flote en la oscuridad del mar

y era arrastrado por la corriente hasta que un trasnochador  pescador 

lo divisaba seguramente más allá de Cerro Hermoso 

y avisaba a las autoridades la existencia de una nueva víctima. 

 

Arturo Muskus Villalba 

  

                                                                     



  

No hay comentarios:

Publicar un comentario