viernes, 15 de julio de 2022

GOLONDRINAS CREPUSCULARES

 

Amiga: En el triste ocaso de este pueblo triste estoy mirando al cielo.

Mi soledad y mi melancolía es el mundo de hoy.

Observo los arreboles de llamas vivas que amenazan el calmoso pueblo,

la vieja torre de la iglesia manchada por el tiempo,

peregrinada por las últimas golondrinas que buscan su refugio,

El viejo parque de sillas desvencijadas asaltadas por las sombras del crepúsculo

y el frio de la noche que penetra mis carnes

y mi cuerpo se estremece en cada instante con tu recuerdo.

No es justo, Pusiste fin a tu vida, pero también a la mía,

mientras devoraba con presteza el camino hacia ti,

decidido a hablarte de mi amor.

Pero no esperaste mi intento de decirte cuanto te amaba,

tal vez no tuve el valor de merecerte.

No pude separarte a aquel infame que te engañaba.

Aun así, suplicabas y esperabas un puñado de ese amor.

Aunque no condeno tu triste decisión,

soy el culpable de nunca haberte hecho mía.

Y ahora ya no estás y no pude probar el carmín de tus labios.

 

Los lirios morados de tu tumba me lo han dicho,

regados por mis lágrimas vivas en mi dolor,

mientas huelo el perfume de los jazmines a los lejos,

pienso que no tuve el coraje de decirte que te amaba

y ahora ya no estás y sólo tengo tu recuerdo.

Tu recuerdo que me tortura y a veces me calma.

Sé que en la otra vida me encontraré contigo.

Pues la muerte no es obstáculo para seguirte amando,

porque te pienso amar hasta el final de los tiempos,

como vuelven las golondrinas en cada tarde

 volveré a ti después de la muerte.

 

ARTURO MUSKUS VILLABA


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