viernes, 15 de julio de 2022

GOLONDRINAS CREPUSCULARES

 

Amiga: En el triste ocaso de este pueblo triste estoy mirando al cielo.

Mi soledad y mi melancolía es el mundo de hoy.

Observo los arreboles de llamas vivas que amenazan el calmoso pueblo,

la vieja torre de la iglesia manchada por el tiempo,

peregrinada por las últimas golondrinas que buscan su refugio,

El viejo parque de sillas desvencijadas asaltadas por las sombras del crepúsculo

y el frio de la noche que penetra mis carnes

y mi cuerpo se estremece en cada instante con tu recuerdo.

No es justo, Pusiste fin a tu vida, pero también a la mía,

mientras devoraba con presteza el camino hacia ti,

decidido a hablarte de mi amor.

Pero no esperaste mi intento de decirte cuanto te amaba,

tal vez no tuve el valor de merecerte.

No pude separarte a aquel infame que te engañaba.

Aun así, suplicabas y esperabas un puñado de ese amor.

Aunque no condeno tu triste decisión,

soy el culpable de nunca haberte hecho mía.

Y ahora ya no estás y no pude probar el carmín de tus labios.

 

Los lirios morados de tu tumba me lo han dicho,

regados por mis lágrimas vivas en mi dolor,

mientas huelo el perfume de los jazmines a los lejos,

pienso que no tuve el coraje de decirte que te amaba

y ahora ya no estás y sólo tengo tu recuerdo.

Tu recuerdo que me tortura y a veces me calma.

Sé que en la otra vida me encontraré contigo.

Pues la muerte no es obstáculo para seguirte amando,

porque te pienso amar hasta el final de los tiempos,

como vuelven las golondrinas en cada tarde

 volveré a ti después de la muerte.

 

ARTURO MUSKUS VILLABA


sábado, 21 de mayo de 2022

LA NINFA DEL VIEJO MUELLE (CUENTA LA LEYENDA)





Cuenta la leyenda que en noches oscuras de Puerto Colombia 

Aparecía una ninfa de tez morena en el viejo  muelle,

aquella que con su sensualidad de hembra deseada 

embelesaba a marineros y viajeros sobre las blancas olas.

Enamoraba tambien a despechados por amores furtivos imposibles 

que una vez de salir ebrios de las cantinas del pueblo, 

entre los candiles de faroles y mechones en calles oscuras y solitarias,

llegaban al viejo muelle, testigo mudo de promesas incumplidas 

que generaban locura total por mal de amor en esperas eternas.


Con ojos esperanzadores y en cada tarde al apagarse el sol en el mar,

oteaban desconocidas gentes  en busca de su amada perdida   

o mujeres ilusas víctimas de amores de marineros 

en la espera loca de saciar la sed del desengaño y la locura,

entre estibadores, amarres, grúas y ruidos de máquinas al sol ardiente 

y en cada vapor que atracaba a ese puerto de mil amores.  



Sí...  Derramaban sus lágrimas de hombre enamorado  al inmenso oceano,

en la punta del majestuoso muelle, al sumbido de la pícara brisa:

Marineros y viajeros, ilusos por amores calamitosos e imposibles

en medio del inmenso estropicio del reventarse violentamente las olas, 

veian la imagen de esa musa del mar entre algas y pilotes. 


dicen que ella es Ana Torrijos, la que murió de amor esperando una promesa,

la que un día se lanzó al mar llena de decepción y tristeza,

por un vaporino frances de excelsa figura y gestos  de galán,

ese que rompió su inocencia, su linaje de bien y sus sueños de mujer. 


Es ella... dice el pueblo. La han visto desnuda en  las verdes rocas, 

salpicada por las olas,con rostro brillante y cuerpo deslumbrante.

lleva un velo negro en su cabello, dejando ver su mirada tentadora,

ese velo  representa su rechazo a la vida y su odio al viviente.  


En noches sin luna ahí está el muelle y está ella acechando a sus víctimas,

con los pilotes saturados de verdín en esa mole de concreto.

Hombres atrapados por su belleza y sus súplicas de amor,

que en redes de algas trenzadas eran conducidos silenciosos

 al fondo del mar donde ella se saciaba de amor y sexo,

luego los liberaba y el cadaver salía a flote en la oscuridad del mar

y era arrastrado por la corriente hasta que un trasnochador  pescador 

lo divisaba seguramente más allá de Cerro Hermoso 

y avisaba a las autoridades la existencia de una nueva víctima. 

 

Arturo Muskus Villalba 

  

                                                                     



  

domingo, 24 de mayo de 2020

AQUEL MANGUITO CAÍDO



Ese árbol de mango que yace caído,

quien gritaba al mundo  la existencia de Dios,

con su follaje  verde y espigas doradas al sol

fue testigo mudo y milenario en una zona vecinal,

de particulares hechos de mi bella familia

que evoco desde mi ser romántico y bohemio,

con sentimiento de melancolía y nostalgia

porque el destino sórdido e ineludible,

le rompió 50 años de dulces y jugosos frutos

además de un sombrío fresco y seguro.

 

Frutos que a diario alegraban nuestra mesa

al deleitar el manjar de su exquisito y nutritivo sumo.

Pues la piqueta demoledora del progreso,

en cada golpe de la fría hacha

y en cada gota de sudor de su verdugo leñador,

acabó con ese fresco sombrío y su verdor

que era atrayente de sonrisas gratas y amables

al encanto  de ambiente sano y acogedor.

 

Ese progreso que el mundo material,
generador de vanidades y poderes,

que no es otra cosa que la soberbia humana

destruye  paulatinamente  la obra  de Dios,

y que cada día que pasa ofende aquella cuna

donde crece el milagro de la vida,

algún día vengará su caída ese agraciado árbol

y no habrá  milagro capaz de remediarlo.

 

Ese arbolito hermoso  diciente del mundo de hoy,

exaltador bondadosos de espiritualidades,

se llevó para siempre las miradas de humildad

y pensamientos de alegría y esperanza,

nos exponía su dulce cosecha y fresca sombra

cuando en busca de tranquilidad y reposo

nos sentábamos en nuestro jardín

para establecer relación de familia buena.

 

Arturo Muskus Villalba

 


miércoles, 25 de abril de 2018

A UNA TAZA DE CAFÉ CON CUERPO DE MUJER


Me deleito con tu aroma y con tu sabor que encrespa mi aliento

llegas oportuna  en mi vibrante alma floreciendo mis adentros

Adentros que calientas con tu exquisito sabor aliviando mis hastíos

Adentros que acaricias con mi deleite  a tu oscuro y fascinante cuerpo

Y estás tú, desnuda,  mi cálida compañera eterna

Explorando tu figura espumosa y humeante desde mi ardorocidad por ti

Con tu amargo  y dulce  siempre eres alegre  compañía

Con mi abatido y turbulento existir en un camino sin final.

En mi larga noche en vela con mi obsesivo pensar

Con la búsqueda fatigosa de soluciones a mi vida

Reflexiono día a día y digo que tu ausencia me tortura

Me despiertas y como linterna alumbras mi oscuridad

Siendo aliciente que me alivia y me trasporta a un más allá

Esa eres tú, mi tierna amante,

Mi dulce amarga taza de café. 

                                                
                                                 Arturo Muskus Villalba 


domingo, 7 de enero de 2018

Tus huellas en la arena no se ven… papá.



Ayer soñé contigo papá:

que ambos caminábamos por una playa solitaria, estrecha y larga

que se adentraba en la inmensidad del mar azul,

donde en ambos lados veíamos el blanco resplandeciente de la espuma

y las olas reventarse contra los acantilados en la lejanía.

Hablábamos muy divertidos, mientras me llevabas de la mano,

pues me veía como un niño tal vez de ocho años;

pero me llamó la atención que tus huellas no se formaban

porque el agua mojaba tus pies.

mientras que las mías quedaban fijas en la arena

de color oscuro contrastando con el dorado brillante que forma el sol.

Te dije que dejaras las huellas como lo hacía yo.

Me respondiste que no podrías dejar huellas en la arena.

y que siguiera las mías al regreso para no perderme,

porque tú no regresarías más conmigo,

pues donde íbamos a llegar no podría yo entrar.

Así fue, me dejaste en una edificación al final del mar

Algo extraño que no recuerdo y regresé solo y desconsolado,

Siguiendo mis pequeñas pisadas hasta ver el consuelo de mi madre.

Ahí desperté reconociendo tu inspiración sobre mí en el más allá, papá.

Te recuerdo mucho padre bueno. Me haces mucha falta.

Este sueño lo tuve cuatro días después de tu ida.

Paz en tu tumba papi.


A mi padre fallecido el 4 de mayo de 2015.  Ricardo Muskus Vergara

viernes, 16 de octubre de 2015

Mis Rosas Negras de Amargura




En las ruinas de  mi espíritu quebrantado
digo:  sabiendo que usted ahora no me siente,
que esas flores rojas que en tus manos te he dado
yacen en un basural con mi padecer viviente.


Me acerqué a ti hurgado por mi timidez
para ti tan especial, ese  día
y puse en tus manos colmadas de gelidéz
ese racimo de tu amor, henchido en melancolía


Por ese triunfo tuyo de fortaleza y decoro
y en medio de la muchedumbre que te enaltecía, 
las vi negras, esas flores, motivo que ahora lloro 
junto a mi ilusión contigo ya en la agonía


En el terror de mi soledad que me tortura
me alegré cuando tus manos las tomaron
pero al instante vi tu sonrisa perjura
por esas rosas negras que mi dolor colmaron


Inmersa en tu júbilo, de ti yo me alejé vencido
Volví a mirarte y esas rosas ya no estaban.
A mi espalda despreciaste mi amor fortalecido
sepultando por siempre ese amor cual soñaba


Con mi alma destruida y aun humeante
y en el palacio del dolor, vehemente te diría:
que hubiera preferido verme agonizante
que esas rosas rojas repudiadas aquel día


En esas rosas  rojas está mi padecer.
mi arrepentimiento de mis desdenes y locuras
mis ilusiones de ser el dueño de tu ser
mis noches negras de amarguras. 


Me alejé mirando esas flores de triste elegía
que gritando al vacío me llamaban
hasta ver solo un punto rojo en la lejanía
y entre el piso y la muralla fría
divisé mis ilusiones contigo.  


Arturo  Muskus Villalba
27 de Diciembre